Al igual que respecto de Irak en el 2003, de nuevo prevalecen las intoxicaciones y las mentiras (profusamente difundidas por los Medios), para justificar la agresión militar israelí y las matanzas en Gaza).
La llamada tregua bilateral ha sido sistemáticamente violada por parte de Israel; nunca ha sido respetada por Tel Aviv: represión y asesinatos de palestinos, mantenimiento y endurecimiento del bloqueo de Gaza por tierra, mar y aire, estrangulamiento de su población, intensificación de los asentamientos y colonización de Cisjordania, incluida la anexión de Jerusalén – Este, etc...
La salvaje agresión israelí no es un ataque contra Hamas. Es un castigo colectivo, una agresión criminal contra todo el pueblo palestino, contra su proyecto y su lucha de liberación nacional.
El Estado de Israel sigue ignorando y violando la Legalidad Internacional y el Derecho Humanitario; está perpetrando en Gaza crímenes contra la Humanidad, un auténtico genocidio, tal y como lo afirma el propio Richard Falk, representante de la ONU en la zona, de origen judío-americano.
Se están utilizando armamentos internacionalmente prohibidos, como las bombas de racimo o las de fósforo blanco.
El “odio a lo palestino” llega hasta el límite de pedir (como lo acaba de hacer el ex – viceprimer ministro A. Lieberman, líder de una formación paramilitar de ultra derecha), el uso del armamento nuclear en Gaza.
La agresión militar en Gaza estaba ya planificada y prevista desde hace ya tiempo. Guarda relación directa con la inestabilidad y la crisis del mapa político interno israelí (lo que a su vez está en el origen de la convocatoria electoral del próximo 10 de febrero), al igual que como respuesta y revancha al fracaso militar israelí en el Líbano en verano del 2006, y las ansias por restablecer y reafirmar el poderío y el predominio militar israelí en la Región.
Gaza – Palestina está siendo utilizada como baza electoral y botín de caza para unos comicios “pasados por sangre” en los que se han sustituido las urnas de votación por los ataúdes palestinos; proceso electoral del que acaban de ser excluidos los Partidos árabes – israelíes, acusados de “no asumir la identidad judía del Estado”.
La barbarie de Gaza deslegitima de raíz ese simulacro de elecciones “libres y democráticas” en Israel.
Hamas ganó las elecciones palestinas en enero de 2006 bajo supervisión de la Comunidad Internacional. Las ganó en la franja de Gaza y también en amplias zonas de Cisjordania (incluidos enclaves de mayoría cristiana) en unas condiciones insólitas, bajo la férrea ocupación israelí.
La determinación mayoritaria del pueblo palestino no fue asumida. A partir de ese momento comenzó el no reconocimiento beligerante de esa nueva realidad política e institucional; se organizó y desató el acoso y derribo de la misma, del nuevo Gobierno Palestino, por parte de Israel, de los Estados Unidos de América, de la Unión europea, de Egipto, así como con la complicidad activa de los sectores palestinos agrupados en torno a la facción dominante de Fattah, de la Autoridad Palestina, liderada por Abu Mazen, gran derrotado de esas elecciones.
La agresión militar israelí en Gaza responde también a esa voluntad: liquidar al Gobierno de Hamas en la franja y acabar con el Islam político.
El Islam político organizado está presente. Nace y se desarrolla en relación directa al fracaso del proyecto nacionalista árabe, de su movimiento laico y democrático; nace y se consolida (no solo en Palestina), como alternativa a regímenes autoritarios, corruptos y autócratas, arrodillados y sumisos ante el Imperio norteamericano; crece y afianza su carácter y su consistencia social y popular como revulsivo y respuesta regenerativa al abandono e ineficiencia en lo que se refiere a las condiciones de vida y de trabajo de los pueblos árabes y musulmanes.
En el mundo islámico, este fenómeno podría parangonarse al proceso vivido por el movimiento de la Teología de la Liberación en el mundo católico, y que en este caso también, Ratzinger, ahora Papa Benedicto XVI, pretende liquidar desde hace tiempo.
La Paz y la seguridad son conceptos vitales indivisibles.
¿Tienen derecho los colonos israelíes a vivir en paz mientras ocupan violenta e ilegalmente las tierras palestinas?.
En definitiva ¿puede un Estado pretender vivir tranquilo, en Paz y Seguridad internas, mientras siembra a su alrededor desolación, guerra e inseguridad crónica; mientras humilla y oprime a otros pueblos, pisoteando sus derechos, su dignidad nacional?.
Palestina conoce una división interna, intrapalestina, que objetivamente agrieta y debilita su resistencia y su lucha de liberación nacional. Representa por ello el eslabón débil de la cadena: unos territorios palestinos ocupados, políticamente divididos, y geográficamente discontinuos. La agresión israelí en Gaza tiene mucho que ver con esta circunstancia geopolítica.
Lo de Gaza se enmarca asimismo en un marco global de impasse y empantanamiento de los EE.UU y sus aliados en Irak, en Afganistán (y ahora también en Pakistán), en Somalia, en Sudán, en el Líbano; de provocaciones, amenazas y criminalización de Irán, de Siria, al tiempo que resurgen los enfrentamientos armados en la zona Kurda de la frontera turco-iraqui.
Todo ello conforma un conjunto frente al cual Occidente despliega una estrategia que persigue interiorizar cada conflicto, desconectándolos unos de otros, y romper así la tradicional cultura de solidaridad inter-árabe e inter-musulmana.
Irak, Líbano, Gaza / Palestina son escenarios distintos de un mismo proyecto de dominación hegemonista y el diseño de un nuevo mapa en Oriente Próximo acorde con los espureos intereses del Imperialismo en la zona.
Empantanamiento y desprestigio político y militar de los EE.UU de América fuera; enorme crisis y crak económico y financiero dentro (con tremendas consecuencias sociales): es ese, en resumen, el legado de la Administración derechista y militarista de G.W Bush , para el nuevo presidente B.Obama.
La llamada tregua bilateral ha sido sistemáticamente violada por parte de Israel; nunca ha sido respetada por Tel Aviv: represión y asesinatos de palestinos, mantenimiento y endurecimiento del bloqueo de Gaza por tierra, mar y aire, estrangulamiento de su población, intensificación de los asentamientos y colonización de Cisjordania, incluida la anexión de Jerusalén – Este, etc...
La salvaje agresión israelí no es un ataque contra Hamas. Es un castigo colectivo, una agresión criminal contra todo el pueblo palestino, contra su proyecto y su lucha de liberación nacional.
El Estado de Israel sigue ignorando y violando la Legalidad Internacional y el Derecho Humanitario; está perpetrando en Gaza crímenes contra la Humanidad, un auténtico genocidio, tal y como lo afirma el propio Richard Falk, representante de la ONU en la zona, de origen judío-americano.
Se están utilizando armamentos internacionalmente prohibidos, como las bombas de racimo o las de fósforo blanco.
El “odio a lo palestino” llega hasta el límite de pedir (como lo acaba de hacer el ex – viceprimer ministro A. Lieberman, líder de una formación paramilitar de ultra derecha), el uso del armamento nuclear en Gaza.
La agresión militar en Gaza estaba ya planificada y prevista desde hace ya tiempo. Guarda relación directa con la inestabilidad y la crisis del mapa político interno israelí (lo que a su vez está en el origen de la convocatoria electoral del próximo 10 de febrero), al igual que como respuesta y revancha al fracaso militar israelí en el Líbano en verano del 2006, y las ansias por restablecer y reafirmar el poderío y el predominio militar israelí en la Región.
Gaza – Palestina está siendo utilizada como baza electoral y botín de caza para unos comicios “pasados por sangre” en los que se han sustituido las urnas de votación por los ataúdes palestinos; proceso electoral del que acaban de ser excluidos los Partidos árabes – israelíes, acusados de “no asumir la identidad judía del Estado”.
La barbarie de Gaza deslegitima de raíz ese simulacro de elecciones “libres y democráticas” en Israel.
Hamas ganó las elecciones palestinas en enero de 2006 bajo supervisión de la Comunidad Internacional. Las ganó en la franja de Gaza y también en amplias zonas de Cisjordania (incluidos enclaves de mayoría cristiana) en unas condiciones insólitas, bajo la férrea ocupación israelí.
La determinación mayoritaria del pueblo palestino no fue asumida. A partir de ese momento comenzó el no reconocimiento beligerante de esa nueva realidad política e institucional; se organizó y desató el acoso y derribo de la misma, del nuevo Gobierno Palestino, por parte de Israel, de los Estados Unidos de América, de la Unión europea, de Egipto, así como con la complicidad activa de los sectores palestinos agrupados en torno a la facción dominante de Fattah, de la Autoridad Palestina, liderada por Abu Mazen, gran derrotado de esas elecciones.
La agresión militar israelí en Gaza responde también a esa voluntad: liquidar al Gobierno de Hamas en la franja y acabar con el Islam político.
El Islam político organizado está presente. Nace y se desarrolla en relación directa al fracaso del proyecto nacionalista árabe, de su movimiento laico y democrático; nace y se consolida (no solo en Palestina), como alternativa a regímenes autoritarios, corruptos y autócratas, arrodillados y sumisos ante el Imperio norteamericano; crece y afianza su carácter y su consistencia social y popular como revulsivo y respuesta regenerativa al abandono e ineficiencia en lo que se refiere a las condiciones de vida y de trabajo de los pueblos árabes y musulmanes.
En el mundo islámico, este fenómeno podría parangonarse al proceso vivido por el movimiento de la Teología de la Liberación en el mundo católico, y que en este caso también, Ratzinger, ahora Papa Benedicto XVI, pretende liquidar desde hace tiempo.
La Paz y la seguridad son conceptos vitales indivisibles.
¿Tienen derecho los colonos israelíes a vivir en paz mientras ocupan violenta e ilegalmente las tierras palestinas?.
En definitiva ¿puede un Estado pretender vivir tranquilo, en Paz y Seguridad internas, mientras siembra a su alrededor desolación, guerra e inseguridad crónica; mientras humilla y oprime a otros pueblos, pisoteando sus derechos, su dignidad nacional?.
Palestina conoce una división interna, intrapalestina, que objetivamente agrieta y debilita su resistencia y su lucha de liberación nacional. Representa por ello el eslabón débil de la cadena: unos territorios palestinos ocupados, políticamente divididos, y geográficamente discontinuos. La agresión israelí en Gaza tiene mucho que ver con esta circunstancia geopolítica.
Lo de Gaza se enmarca asimismo en un marco global de impasse y empantanamiento de los EE.UU y sus aliados en Irak, en Afganistán (y ahora también en Pakistán), en Somalia, en Sudán, en el Líbano; de provocaciones, amenazas y criminalización de Irán, de Siria, al tiempo que resurgen los enfrentamientos armados en la zona Kurda de la frontera turco-iraqui.
Todo ello conforma un conjunto frente al cual Occidente despliega una estrategia que persigue interiorizar cada conflicto, desconectándolos unos de otros, y romper así la tradicional cultura de solidaridad inter-árabe e inter-musulmana.
Irak, Líbano, Gaza / Palestina son escenarios distintos de un mismo proyecto de dominación hegemonista y el diseño de un nuevo mapa en Oriente Próximo acorde con los espureos intereses del Imperialismo en la zona.
Empantanamiento y desprestigio político y militar de los EE.UU de América fuera; enorme crisis y crak económico y financiero dentro (con tremendas consecuencias sociales): es ese, en resumen, el legado de la Administración derechista y militarista de G.W Bush , para el nuevo presidente B.Obama.
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