Ha fallecido el histórico
militante del PCE Domingo Malagón.
Está en el tanatorio de Parla (avda. de Juan Carlos I s/n)
en la sala 3.
Hoy sábado, será incinerado en el mismo lugar a
las 17 horas.
Publicamos la reseña que hoy hace "El País" de su figura:
Domingo Malagón, prodigioso
falsificador del PCE
Dirigió el equipo que
proveía de papeles a la resistencia antifranquista
El 2 de
octubre de 1976 el ciudadano Domingo Malagón Alea volvió a pisar tierra
española. Durante casi cuatro décadas había sido el responsable del aparato de
documentación falsa del PCE, conocido como grupo técnico. Su regreso del exilio
ponía fin a una auténtica paradoja vital. “Mirad cómo me han salido las
cosas”,comentó alguna vez, “algunos me decían que hubiera podido llegar a ser
un artista brillante, entendiendo por eso tener el reconocimiento público. Al
final no sé si he logrado ser un artista, pero sé que el éxito de lo que he
hecho se ha debido, entre otras cosas, a que me he rodeado de la mayor
discreción posible”.
Madrileño,
del barrio de Chamberí, Malagón nació en una familia humilde en 1916. Huérfano
de padre cuando aún no había cumplido los tres años, pasó por diversos
hospicios, donde padeció todo tipo de vicisitudes y penalidades. Gracias al
apoyo de algunos de sus profesores accedió a la Escuela de Bellas Artes de San
Fernando. Corría el curso de 1933-34. Casi de forma inmediata entró en contacto
con la Federación Universitaria de Estudiantes (FUE), organización estudiantil
progresista fundada en 1927.
Pocas
semanas después de que se produjera el golpe fascista del 18 de julio, Domingo
Malagón, junto a otros compañeros de La Paloma, se incorporó al Quinto
Regimiento, formando la 8ª Compañía de Acero, con destino en la sierra de
Madrid. Su alta en el PCE se produjo en este periodo histórico. En 1938 fue
enviado a Cataluña y al exiliarse en Francia ocupaba el puesto de instructor de
la 16ª División.
Al otro lado
de los Pirineos fue internado en varios campos de concentración, en primer
lugar por el de Barcarès y después por el de Saint Cyprien. Durante su estancia
en el primero, el 14 de junio de 1940 se produjo la entrada de Hitler en París.
Al cabo de pocos días Pétain, mediante la firma del armisticio, entregaba la
mayor parte de Francia. Malagón, que había logrado escaparse de Saint Cyprien y
esconderse en Perpiñán, comenzó la que habría de acabar siendo una soberbia
contribución a la lucha clandestina antifranquista.
Concluida la
II Guerra Mundial, a base de mucha constancia, mucha precaución y, sobre todo,
mucha necesidad, se fue constituyendo el denominado equipo técnico, el grupo
encargado de elaborar los documentos falsos que posibilitaban el libre tránsito
de los miembros s del Partido Comunist de España a la península y el resto de
Europa. La consolidación de este equipo se produjo hacia 1950, cuando el
régimen de Franco, aún con muchas restricciones, permitió que los españoles
pudieran salir del país; tan solo se necesitaban… papeles.
El
responsable político de Malagón durante algún tiempo, Jorge Semprún,
desaparecido el pasado junio, glosó en su Autobiografía de Federico Sánchez
(1977), la “genialidad” como falsificador de Malagón. "Voy a callarme el
nombre” —por esas fechas aún se tentaba la ropa Semprún— “y a silenciar la
identidad del camarada que fabricaba nuestra documentación; ese camarada al que
tantos debemos la libertad y, algunos, también la vida, porque eran los papeles
que fabricaba o amañaba tan prodigiosamente parecidos a los auténticos que
nadie podría sospechar de ellos. Alguna vez le he visto trabajar, manejar casi
amorosamente las tintas, las gomas, los plásticos, los colores, las
imprentillas, los hornos, en un taller donde los documentos falsos adquirían
categoría de objetos artísticos, de salvoconductos fraternales para cruzar los
posibles temporales de la vida clandestina”, afirmaba en la obra citada.
Domingo
Malagón falleció en la madrugada del viernes 30, a los 96 años, en el Hospital
de Parla. En esa localidad madrileña es un personaje tan respetado y reconocido
que ya hace tiempo decidieron que una calle lleve su nombre. Habría sido un
buen pintor, pero se quedó en revolucionario.
Mariano Asenjo es periodista y
coautor, junto a Victoria Ramos, de Malagón. Autobiografía de un
falsificador (El Viejo Topo, 1999).
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