Reproducimosa el siguiente artículo de Manuel Monereo publicado en Rebelion.org.
Izquierda Unida: hacia la revolución democrática
Este artículo recoge, en líneas muy generales, la intervención del autor en el plenario de la X Asamblea de IU |
Quisiera comenzar esta intervención recordando a Francisco Fernández Buey intelectual comunista, marxista y fundador de IU. Su memoria y ejemplo nos acompañaran siempre.
No hace demasiado tiempo, paseando por Córdoba, recordaba Julia Anguita, con
cierta sorna, que a él, en IU, le aprobaban los informes por unanimidad y que
luego cada cual hacía lo que le venía en gana.
En esta Asamblea, la primera cuestión que habría que recuperar es la
veracidad, la coherencia entre lo que dice y lo que se hace, huir del lenguaje
falsario y desterrar eso de que el papel “lo aguanta todo”.
Una segunda cuestión en la que merecería la pena detenerse tiene que ver con
la caracterización de la etapa histórica en la que vivimos, distinguiendo entre
normalidad y excepción. La historia avanza a saltos, el tiempo histórico se
comprime y acelera, las verdades y hábitos de la etapa de normalidad ya no
sirven. Lo fundamental es saber que vivimos una etapa de excepción histórica, de
agudización de los conflictos de clase y de ruptura con los fundamentos
tradicionales del poder.
Habría que hacer una tercera distinción: el factor tiempo es muy importante.
En esta Asamblea, en los debates que hemos tenido en estos meses parecería que
tendríamos todo el tiempo del mundo y no es así. En los periodos de excepción se
dan enfrentamientos frontales y se definen las correlaciones de fuerzas futuras.
Para decirlo con más claridad: en los próximos dos o tres años, como mucho, se
concretará si la reacción avanza o retrocede, si las clases trabajadoras
defenderán o no los derechos sociales y laborales conquistados y si seremos
capaces de construir una nueva sociedad de hombres y mujeres libres e iguales,
una democracia plebeya.
Esta Asamblea tiene por delante el debate de cuatro cuestiones fundamentales
planteadas en las tesis políticas: 1) la rebelión democrática; 2) el proceso
constituyente; 3) la construcción del “bloque político y social”; 4) la
necesidad de una “revolución interna” en IU como fuerza y como organización
política. Todo esto significa un giro radical, sustancial, que nos exigirán
cambios profundos en los modos de hacer y practicar la política, nuevas
relaciones entre trabajo en las instituciones y los movimientos sociales y, es
fundamental, formas de organización diferentes a las tradicionales. No es poca
cosa.
Quisiera, en esta intervención, hacer referencia a algunas cuestiones no
abordadas o insuficientemente analizadas en las tesis políticas. La primera
tiene que ver con el análisis y caracterización de la crisis. Se trata,
evidentemente, de una crisis capitalista y, más allá, de la crisis de una entera
civilización. Seguramente, el aspecto más relevante sea la inaudita acumulación
de “crisis en la crisis”, es decir, una crisis económico-financiera que abre una
crisis geopolítica y en las relaciones internacionales, que profundiza al límite
la crisis ecológico-social del planeta, y, sobre todo, una crisis del
“occidentalismo” como predominio político cultural de la modernidad capitalista
euroamericana.
En las tesis no se tiene suficientemente en cuenta los cambios geopolíticos,
destacadamente la decadencia de EEUU (y su aliado subalterno, la Unión Europea)
y el ascenso de nuevas potencias. Estamos en plena transición geopolítica
mundial y lo decisivo es la tendencia a la multipolaridad. Lo que eso significa
es una gigantesca redistribución del poder a nivel mundial. El problema radical
es que, históricamente, estas crisis se han resuelto siempre, tarde o temprano,
con la guerra, con la expansión del militarismo y con enorme sufrimiento de las
poblaciones. La lucha por la paz debería ser una prioridad de nuestro
trabajo.
Una segunda cuestión tiene que ver con la Unión Europea. Nuestra posición es
clara en este tema: el federalismo europeo que tradicionalmente hemos defendido
tiene que ser sustancialmente revisado. La “Europa alemana” impide cualquier
avance democrático y perpetúa las desigualdades sociales y entre países. La
cuestión del euro tiene que ser planteada con todo su radicalidad.
La tercera cuestión hace referencia a lo que algunos hemos llamado la “crisis
orgánica” del capitalismo español. Hablamos de toda una etapa histórica que se
ha cerrado: la que va desde los primeros gobiernos socialistas hasta el 2007. Lo
básico es entender que esta crisis del patrón de acumulación capitalista español
abre una crisis de régimen, de Estado y de la política en sentido fuerte. No voy
a detenerme mucho aquí; subrayar, sobre todo, que detrás de la crisis de régimen
está el cuestionamiento profundo del bipartidismo político dominante. Lo hemos
dicho muchas veces y hoy conviene repetirlo: el bipartidismo ha sido un modo de
organizar el poder al servicio de aquellos que no se presentan a las elecciones
y detentan el poder económico, mediático y cultural. La alternancia ha sido eso,
diferencias entre partidos dominantes siempre resueltas en favor de los poderes
fácticos.
La pregunta que las tesis políticas no se hace es la siguiente: ¿Cómo
combatir realmente el bipartidismo? Aquí y ahora tenemos dos experiencias, la
andaluza, gobernar con el PSOE y la extremeña, dejar gobernar al Partido Popular
Este debate no puede ser eludido y tiene que realizarse a fondo, hasta sus
últimas consecuencias. Nuestra propuesta es también diáfana: no hay posibilidad
de regeneración democrática en nuestro que no pase por la ruptura con el
bipartidismo y la construcción de una gran fuerza democrático-popular (el bloque
políticos y social) que derrote a la derecha, le dispute la hegemonía al PSOE y,
no se debe de olvidar, neutralice a la extrema derecha emergente.
También en este tema el factor tiempo es muy importante. Los poderes fácticos
harán todo lo posible por perpetuar el bipartidismo (siempre con la derecha
catalana y vasca) y hoy andan extremadamente preocupados por la decadencia del
PSOE. Tenemos que hacer un enorme esfuerzo político para construir el bloque
político-social alternativo precisamente en un momento donde el PSOE vive una
crisis profunda. Hay que insistir: no tenemos todo el tiempo del mundo.
La propuesta de un proceso constituyente es decisiva. Algunas veces parecería
que se trata de una posición política voluntarista o arbitraria. No es así. Han
sido los poderes económicos los que han puesto en crisis el régimen
constitucional del 78 y han iniciado la transición hacia otro que bien
pudiéramos llamar de democracia oligárquica. Así de claro y evidente. Lo
fundamental es que se está haciendo sin tener en cuenta al soberano, es decir,
al conjunto de ciudadanos y ciudadanas. Reclamar un proceso constituyente es
reivindicar la soberanía popular y el ejercicio de los derechos y libertades
violadas por los poderes fácticos con la complicidad, hay que insistir una y
otra vez, del PP y del PSOE.
Para ir terminando, Cayo Lara ha venido poniendo el acento en algo que es muy
importante: IU gana votos y pierde afiliación. Él habla hasta de tragedia por
esta cuestión; verdaderamente lo es. La pregunta que habría que hacerse es ¿por
qué? La cuestión podría plantearse del siguiente modo: hoy las clases
subalternas necesitan más que nunca organización, pero las viejas formas-partido
ya no sirven.
Fijémonos en dos asuntos para entender lo que se quiere decir. De un lado, el
predominio absoluto del eje electoral-institucional en el funcionamiento regular
de IU. Primera paradoja: nos institucionalizamos cada vez más cuando los órganos
representativos tienen cada vez menos poder y la democracia decide cada vez
menos. De otro lado, las viejas formas-partido tradicionales del movimiento
obrero habían socializado enormemente la política y sus modos de ejercerla. Hoy
lo que predominan son partidos de cuadros cada vez más profesionalizados y,
segunda paradoja, donde hacen política fundamentalmente los que viven de ella.
Para la izquierda transformadora esto es mortal.
Lo importante para el movimiento obrero organizado era que miles de hombres y
de mujeres dedicaban una parte de su tiempo libre a la cosa pública, a la
organización, al partido. Es lo que se ha llamado “una economía moral de la
multitud” o un “sector público voluntario”. Pues bien, necesitamos hoy más que
nunca formas de “socialización de la política” que promuevan el compromiso y el
trabajo voluntario de miles de hombres y mujeres; la autoorganización social y
formas agregación social y económicas que generen un (contra) poder de los que
no tienen el poder.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del
autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para
publicarlo en otras fuentes.
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